jueves, 19 de mayo de 2011

BIOGRAFIA

Rufino Tamayo (1899-1991) El pintor más grande de México, el tantas y tantas veces homenajeado Rufino Tamayo nació en la Ciudad de Oaxaca, el 26 de Agosto de 1899.
Su verdadero nombre es Rufino Arellanes Tamayo. Sin antecedentes artísticos en su familia, pues su padre era un empleado, su madre mujer de hogar. De niño fue acólito mayor en la iglesia donde dirigió los coros, por lo que algunos descubrieron en él cierta vocación religiosa.
En ese medio, su afición y su interés se enfocaron hacia la música, y sus padres desearon que llegara a ser cura y músico;pero de su afición musical le quedó solamente el gusto por las canciones autóctonas, casi desconocidas, de las que formó más tarde un buen repertorio, cantándolas él mismo, con no mala voz y acompañado de una guitarra.



Rufino Tamayo murió a los 92 años de edad, el 24 de junio de 1991. En la ciudad de Oaxaca dejó un legado de valor invaluable: el Museo de Arte Pre-Hispánico "Rufino Tamayo" además de la casa para ancianos "Los Tamayo". En la ciudad de México, D.F. en el museo que lleva su nombre se conservan importantes obras de pintura contémporanea mundial que Tamayo regaló a México


VIDA ARTISTICA

El pintor inició su formación profesional y académica ingresando, cuando sólo contaba dieciséis años, en la Academia de Bellas Artes de San Carlos. Pero su temperamento rebelde y sus dificultades para aceptar la férrea disciplina que exigía aquella institución le impulsaron a abandonar enseguida aquellos estudios y, a finales de aquel mismo año, dejó las aulas y se lanzó a una andadura que lo llevaría al estudio de los modelos del arte popular mexicano y a recorrer todos los caminos del arte contemporáneo, sin temor a que ello pudiera significarle una pérdida de autenticidad.


Su vocación artística y su inclinación por el dibujo se manifestaron muy pronto en el joven y su familia nunca pretendió contrariar aquellas tendencias, como era casi de rigor entre los jóvenes mexicanos que pretendían dedicarse a las artes plásticas.
El pintor inició su formación profesional y académica ingresando, cuando sólo contaba dieciséis años, en la Academia de Bellas Artes de San Carlos.
En 1926, en su primera exposición pública, se hicieron ya ostensibles algunas de las características de su obra y la evolución de su pensamiento artístico, puesta de relieve por el paso de un primitivismo de voluntad indigenista (patente en obras tan emblemáticas como su Autorretrato de 1931) a la influencia del constructivismo (evidente en sus cuadros posteriores, especialmente en Barquillo de fresa, pintado en el año 1938).

TECNICAS Y OBRAS

La fuerza mestiza que alienta en el arte de México, empapa su paleta con todas las calidades e intensidad de los azules nocturnos, la palidez de los malvas, el impacto violento de los púrpura, un espectro de naranjas, rosados, verdes, colores de las más primigenias civilizaciones que se concretan en símbolos irónicos o indescifrables, fascinantes para el profano, como los antiguos e inaccesibles jeroglíficos de los templos, como un ritual insólito y sobrecogedor.
Todo cabe en su obra, desde la preocupación cósmica por el destino humano hasta la vida erótica.
   
En la producción de Tamayo sorprende la exquisita disposición de los signos que junto a las superficies que comparten se disputan a veces la tela; hay en el volumen de su materia, lentamente forjada en capas superpuestas de color, paulatinamente elaboradas, un colorido peculiar, suntuoso, fruto de estudiadas y brillantes yuxtaposiciones; el poderoso fluir de sus orígenes étnicos.
             
Su obra como muralista, ciclópea y hecha en el más puro «mexicanismo», culmina en el mural El Día y la Noche. Realizado en 1964 para el Museo Nacional de Antropología e Historia de México, simboliza la lucha entre el día (serpiente emplumada) y la noche (tigre). Ese mismo año recibió el Premio Nacional de Artes. Sus últimos trabajos monumentales datan de 1967 y 1968, cuando por encargo gubernamental realizó los frescos para los pabellones de México en la Exposición de Montreal y en la Feria Internacional de San Antonio (Texas).
Pero, como ya se ha dicho, la parte más significativa de su obra corresponde a su pintura de caballete, que no abandonó hasta poco antes de su muerte. Entre sus numerosas obras hay que citar Hippy en blanco (1972), expuesto en el Museo de Arte Moderno, o Dos mujeres (1981), en el Museo Rufino Tamayo.


Su interés por el arte precolombino cristalizó al inaugurarse en 1974, en la ciudad de Oaxaca, el Museo de Arte Prehispánico Rufino Tamayo, con 1.300 piezas arqueológicas coleccionadas, catalogadas y donadas por el artista.
Sus obras gozaron de un reconocimiento internacional, que derivó en encargos para amplias decoraciones murales como Homenaje a la raza (1952), en París, o México hoy (1953, Palacio de Bellas Artes, México).

Sus más importantes murales se encuentran en México (frescos del Conservatorio Nacional de Música, 1933) y en Estados Unidos en donde residió desde 1943 (frescos de la Biblioteca del Smith College of Northampton, Massachusetts).